Casa de espiritualidad RR. Pureza de María
Paseos con resonancias bíblicas.
Valldemossa, Mallorca
A sólo 17km de Palma
Pensión completa o según necesidades
cantar es orar dos veces… algunos dicen que danzar es hacerlo por tres… ¿y pasear, caminar, peregrinar…?
Pasear contemplativamente, también es una forma de orar.
Cuando paseamos con una mirada contemplativa, con un ver consciente y receptivo, las piedras, los pájaros, los insectos, la maquinaria vetusta, las construcciones, las paredes medio derruidas, los árboles altos, las flores humildes, las alambradas, las hierbas, la variedad de colores, el ruido de los cencerros, el canto de los pájaros, los olores… nos van hablando de Dios. Y Dios nos va hablando también.
Si nuestro corazón se alimenta de su Palabra, es fácil que, al contemplar la naturaleza afloren a nuestro consciente palabras Suyas, que han quedado consignadas en la Biblia y que se convierten, en ese momento, en un mensaje personal.
La vegetación, los cultivos y la ganadería de Mallorca ponen fácil la conexión entre lo que contemplamos con nuestros ojos y las parábolas de Jesús o algunas expresiones de los Salmos o los profetas.
A mitad del paseo puede resultarnos fácil situarnos en una escena evangélica, como si presente me hallase, tal como se recomienda para contemplar en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.
Si llevo la Biblia o los Evangelios puedo leer atentamente la escena y releerla varias veces, imaginarme a las personas, oir lo que hablan, escuchar sus palabras, imaginar lo que hacen, sin prisa… y dialogar con Jesús como un amigo habla a otro amigo.
Eso es contemplar. El escenario en el que se desarrolla la escena «nos viene dado», lo vamos encontrando por el camino.
Elogio de la viuda (Lc 21, 1-4)
Cuando al final o al principio del camino, no muy lejos de algunas casas, encuentras este antiguo lavadero, del que han tomado posesión el musgo, los helechos y las plantas trepadoras… es fácil que aparezcan en la mente y el corazón las mujeres de la Biblia.
Las del Antiguo y las del Nuevo Testamento.
María de Nazareth, entre ellas.
Vienen a la mente las que tienen nombre propio y las que no lo tienen.
Entre todas ellas, hay una a la que Jesús defendió ante los que la miraban con lástima y desprecio: la viuda que echó en el Templo todo lo que tenía para vivir.
«Alzando los ojos vio a unos ricos que echaban donativos en el tesoro del templo; vio también una viuda pobre, que echaba dos monedillas, y dijo: ‘En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque todos esos han contribuido a los donativos con lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir’ «.
Escuchar de Jesús estas palabras y preguntarle qué quiere que eche yo en el tesoro del templo puede ser una buena forma de hacer oración junto al lavadero…
Brotará un renuevo… (Is 11,1)
El profeta Isaías anuncia la Salvación a través de Jesús.
Sí, brotará la esperanza para la Humanidad.
Brotó con Jesús y sigue rebrotando a través de tantos seguidores suyos que se toman el Evangelio en serio.
Incluso a través de aquellos que no conocen a Jesús pero tienen un corazón puro y quieren hacer un mundo mejor.
Adviento es el tiempo de la esperanza. Es el tiempo para contemplar los brotes de vida allí donde parece que sólo puede haber muerte.
Puede brotar vida incluso en corazones que son como la piedra.
Brota vida nueva cuando el Evangelio cae en tierra buena.
Todos deseamos que brote la paz allí donde hay guerra, muerte, odio, injusticia, venganza y destrucción.
¡A ver si encuentro uno de cuatro hojas….!
¡Qué verde tan bonito y fresco! ¡Qué armonía y, a la vez, qué espontaneidad!
Rápidamente los ojos se nos van al detalle.
A buscar uno de cuatro hojas para arrancarlo y tenerlo de amuleto.
¡Cómo nos gustaría controlar nuestra suerte y nuestro futuro!
Pero sólo Dios es Dios.
Podemos y debemos tener nuestros seguros, nuestros ahorros, nuestros planes de pensiones, nuestros sistemas de prevención, garantías… ¡Claro que sí!
Pero sólo Dios es Dios.
Al Señor, tu Dios, adorarás, y a Él sólo darás culto. (Lc 4,8 y Dt 6,13)